Glaciar Perito Moreno. Santa Cruz. 2018 © Leo MicieliEl inicio de este viaje queda a prácticamente un año y medio de distancia, pero al mirar atrás la impresión es muy diferente. Más bien se parece a cientos de pequeños días, instantes, dentro de una larga jornada. Perdí ya la referencia de lo que es tiempo y espacio sólidos para adentrarme en una realidad cotidiana más flexible y menos alejada de la física del espacio-tiempo relativo. Aunque también es cierto que estoy siendo en enorme medida influenciado por esta grandeza colosal con la que convivo a diario, grandeza de lugares y de gentes, y con mente más amplia después de atravesar intensas y variadas experiencias concentradas en casi dieciocho meses. Es imposible no salir distinto de cuando llegué.
La ruta y los pasos siguen hacia el norte, el único punto cardinal posible para salir de Tierra del Fuego. Ya en Río Gallegos me desvío un poco hacia el oeste, lejos del mar y más cerca de las montañas. Aparecen otras fisonomías, las formas cambian como si estuvieran vivas, o lo están. Llegan otros lugares, otras localidades, parajes, cada uno con sus características particulares, y arribar a ellos es como conocer civilizaciones distantes y ajenas entre sí.
Comprendo que es imprescindible salir distinto de cuando llegué ya que de otra manera no habría manera de seguir viajando. Es necesario ser como este territorio, que desde el océano cambia hacia la meseta y la estepa, hacia la montaña y los lagos. Aquél que fui quedó lejos, y éste que sigue ha visto ya suficiente para seguir eligiendo hacer camino por esta increíble tierra patagónica.
Santa Cruz. 2018 © Leo MicieliEl asfalto vuelve a deslizarse bajo mis pies como si uno estuviera inmóvil. La salida desde Río Gallegos es ya entrada la tarde cuando el sol deja de estar tan allá arriba. Las sombras se alargan a cada minuto camino a El Calafate, la ciudad que sigue en este recorrido.
Ruta Provincial 5. Santa Cruz. 2018 © Leo Micieli
Santa Cruz. 2018 © Leo Micieli
Santa Cruz. 2018 © Leo Micieli
Lago Argentino. El Calafate, Santa Cruz. 2018 © Leo MicieliTuve oportunidad de visitar El Calafate en mi primer viaje a la Patagonia, allá por el año 2002. De esta parte a ahora se nota un cambio enorme. A modo de parámetro, en estos dieciseis años la población se multiplicó por cuatro y un poco más, lo que da una idea de la actividad creciente de la ciudad.
Ubicada a orillas del gran Lago Argentino, es clave para el acceso al Parque Nacional Los Glaciares, entre otros bellísimos y ricos destinos cercanos. Esto la sitúa como punto estratégico para turistas de todas partes del mundo que visitan tales lugares. Es una ciudad prolija y bien cuidada, hay mucho dinero puesto en ella, oferta comercial abundante con marcas de primera línea, restaurants, plazas hoteleras y hostels por todas partes. Los precios son acordes a cierto poder adquisitivo; la referencia no está cerca de la moneda nacional sino de la extranjera: dólares o euros.
El Calafate, Santa Cruz. 2018 © Leo Micieli
Av. Costanera. El Calafate, Santa Cruz. 2018 © Leo Micieli
El Calafate, Santa Cruz. 2018 © Leo MicieliA 80 km de El Calafate, y dentro del Parque Nacional Los Glaciares, se encuentra el Glaciar Perito Moreno. Se lo empieza a vislumbrar desde varios kilómetros antes por la ruta. Impresiona ver su enormidad ya desde tan lejos. Y deja sin aliento hacerlo desde sólo unos pocos metros.
Glaciar Perito Moreno, Santa Cruz. 2018 © Leo Micieli
Glaciar Perito Moreno, Santa Cruz. 2018 © Leo Micieli
Glaciar Perito Moreno, Santa Cruz. 2018 © Leo Micieli
Glaciar Perito Moreno, Santa Cruz. 2018 © Leo MicieliAquí en la Patagonia todo es extenso. Pero tener enfrente a esta colosal masa de hielo rodeada de montañas y un precioso lago de aguas turquesas, el Lago Argentino o Kelta, hace replantearse la definición de 'extenso'. No estamos acostumbrados en nuestra vida diaria a presenciar cosas de semejante dimensión, aunque más que la dimensión en sí es el impacto sensorial y psicológico provocado por algo natural, gigantesco, único e irrepetible. Hay que mirar y observar de otro modo, adaptar la vista a algo nuevo, como si se abrieran los ojos al mundo por primera vez. La perspectiva se deforma, dan ganas de extender la mano para arrancar un pedazo de hielo, el cerebro se ve engañado una y otra vez ante algo que no alcanza a entender, como una ilusión óptica, y que silenciosamente se mueve milímetro a milímetro sin que uno se dé cuenta.
Hermann Hesse decía: "lo blando es más fuerte que lo duro, el agua es más fuerte que la roca, el amor es más fuerte que la violencia". Los tres estados del agua están presentes aquí, y en su aparente estaticidad hay una energía que rodea todo, como un dios terrenal. Nada hay que pueda perturbar la inmensa paz de este lugar, ni siquiera el resquebrajamiento de bloques de hielo y su consecuente caída desde decenas de metros. Todo es parte del mismo fenónemo y todo es perfecto.
Glaciar Perito Moreno, Santa Cruz. 2018 © Leo Micieli
Glaciar Perito Moreno, Santa Cruz. 2018 © Leo Micieli
Desprendimiento de hielo. Glaciar Perito Moreno, Santa Cruz. 2018 © Leo MicieliLlegar a este punto en el marco de mi viaje implica para mí conocer el principio y fin del Río Santa Cruz. El Glaciar Perito Moreno es uno de sus afluentes y desemboca en el estuario que baña las localidades de Cmte. Luis Piedrabuena y Puerto Santa Cruz, lugares en donde pasé varias semanas hace unos meses atrás, dejando sus aguas finalmente en el Atlántico. El río recorre 385 km sin tomar en cuenta sus afluentes más lejanos. Es en esos pueblos donde fui puesto en conocimiento de la intención de construir dos represas sobre el curso del río, afectando de forma determinante el ecosistema y provocando daños ecológicos, económicos, sociales, de manera irreversible.
La Patagonia no está exenta del daño causado por el ser humano con sus políticas y formas contaminantes y dañinas de producir energía. Este hermoso río es el último río patagónico de origen glaciario que corre libre desde Los Andes al Atlántico, esto quiere decir que no hay nada aún que modifique, detenga o varíe su curso natural. Es triste imaginar que tanta belleza y riqueza que la Naturaleza provee sea desechada como un residuo en pos de tecnologías obsoletas y dudosas promesas de trabajo abundante. Habría que olvidarse, por ejemplo, de lo descripto antes sobre el Glaciar ya que se vería irreversiblemente afectado también, aún más de lo que ya lo está.
En este video realizado por Aves Argentinas, Banco de Bosques, Fundación Ambiente y Recursos Naturales, Fundación Vida Silvestre Argentina y Fundación Flora y Fauna se explica en detalle cada aspecto referido al libre correr del río y a las consecuencias que causaría modificarlo, entre otros aspectos que se verían afectados por ello.
Enlace---> MATAR AL RÍO, represas a cualquier costo sobre el Río Santa Cruz. Documental.
Río Santa Cruz. Isla Pavón, Cmte. Luis Piedrabuena, Santa Cruz. 2017 © Leo MicieliDe vuelta a El Calafate, el recorrido sigue por esta vez hacia el sur, pasando por Río Turbio y localidades cercanas.
Son horas de viaje por un paisaje distinto al visto en El Calafate y el Glaciar. Rutas de tierra y estepa, de asentamientos a la vera del sol, de estancias y alguna escuela rural. Nuevamente la crudeza patagónica se hace notar.
Ruta Provincial 11. Santa Cruz. 2018 © Leo Micieli
Ruta Provincial 11. Santa Cruz. 2018 © Leo Micieli
Guardaganado. Ruta Nacional 40, Santa Cruz. 2018 © Leo Micieli
Estación de Servicio. Tapi Aike, Santa Cruz. 2018 © Leo Micieli
Escuela Rural No. 34 'Fuentes del Coyle'. Santa Cruz. 2018 © Leo Micieli
Río Turbio. Santa Cruz. 2018 © Leo MicieliLa llegada a Río Turbio se produce en un momento difícil de público conocimiento: es al día siguiente de una batería de despidos en Yacimiento Carbonífero Río Turbio (YCRT), la empresa estatal y motor de la ciudad. Son más de 200 telegramas enviados sólo el primer día y casi 500 el total en días siguientes, a lo que se suma la cordial invitación a aceptar el retiro voluntario en otros casos.
Río Turbio. Santa Cruz. 2018 © Leo Micieli
Central Termoeléctrica en construcción. Río Turbio. Santa Cruz. 2018 © Leo Micieli
YCRT. Río Turbio, Santa Cruz. 2018 © Leo Micieli
Río Turbio. Santa Cruz. 2018 © Leo Micieli
Río Turbio. Santa Cruz. 2018 © Leo Micieli
Plaza Monumento a la Memoria de los Mineros del Carbón. Río Turbio, Santa Cruz. 2018 © Leo MicieliLa moral está baja y los ánimos caldeados en una ciudad donde la actividad y la economía se concentra en el carbón y donde muchas familias dependen de esa fuente de trabajo. Esto también afecta a la localidades aledañas de 28 de Noviembre y Julia Dufour.
Julia Dufour. Santa Cruz. 2018 © Leo Micieli
28 de Noviembre. Santa Cruz. 2018 © Leo Micieli
Dique San José. Río Turbio, Santa Cruz. 2018 © Leo MicieliLas manifestaciones continúan en los días siguientes a mi partida. Mi estadía es muy corta y en ese lapso aún persisten las dudas y el temor a lo que vendrá entre la gente que cruzo en la ciudad. La perplejidad aún no permite tomar un rumbo claro.
Paseo por las intrincadas calles de Río Turbio durante la tarde y la noche. La ciudad no es grande pero es fácil desorientarse, no existen las líneas paralelas en su ejido urbano. Algunos negocios y locales de comida están cerrados aunque es casi fin de semana. El ánimo no parece tener puntos altos en general, al margen de las circunstancias laborales del momento. Autos, construcciones y objetos abandonados al costado terminan por convertirse en la metáfora de la ciudad.
En la Patagonia es tan grande el contraste entre localidades próximas que la idea de estar entrando a diferentes dimensiones cobra mayor fuerza. El cambio no se produce progresivamente sino de forma brusca, de lo turístico a lo industrial, de lo poblado a lo aislado, de lo exuberante a lo agreste.
Río Turbio, Santa Cruz. 2018 © Leo MicieliPara darle aún más énfasis a lo antedicho, la ruta continúa nuevamente con orientación norte y después otra vez hacia el oeste, hasta el pueblo de El Chaltén, salteando El Calafate que ya fue visitada y siguiendo por la rutas Nacional 40 y Provincial 23.
Cerro Chaltén o Fitz Roy. El Chaltén, Santa Cruz. 2018 © Leo MicieliEl Chaltén es de las localidades más jóvenes de Argentina. Emplazada dentro del Parque Nacional Los Glaciares, se fundó en el año 1985 como una forma de garantizar presencia nacional en una zona todavía en litigio fronterizo. Con el correr de los años se transformó en la Capital Nacional del Trekking, y es hoy, y desde hace bastante tiempo, un punto fijo de visita para los turistas de cualquier parte del mundo que buscan aventura, vida al aire libre, camping, caminatas, ascensos y naturaleza, con un toque de glamour teniendo en cuenta el público internacional que llega. Los precios también son acordes a la moneda extranjera, tal vez un poco rebajados por el aire "rústico" que tiene el lugar.
El Chaltén. Santa Cruz. 2018 © Leo Micieli
El Chaltén. Santa Cruz. 2018 © Leo Micieli
El Chaltén. Santa Cruz. 2018 © Leo MicieliEl entorno es precioso, la oferta es abundante considerando lo aislado del lugar, las alternativas para salir a caminar y hacer trekking son variadas. Ha tenido un crecimiento muy grande tanto de población como de infraestructura.
Llama la atención que el pueblo se llame El Chaltén y que a su cerro emblema se lo siga denominando Monte Fitz Roy. Chaltén es el nombre que los aonikenk le daban a este cerro sagrado, y significa 'montaña humeante' debido a la persistente presencia de nubes o pequeñas nubecitas rozando su inconfundible cima de 3405 msnm, algo que lo hacía confundir con un volcán.
Es curioso también que tanto aquí como en otras partes los nombres originarios de lagos, cerros y lugares apelen a sus características geográficas y tengan una intención poética, y los impuestos por los blancos sean los apellidos de sus "descubridores", a veces ni siquiera quien lo visitó sino a quien se pretende rendir homenaje. Osvaldo Bayer hacía referencia a este hecho, lo cual marca la diferencia entre una cultura y la otra.
Cerro Chaltén rodeado de nubes. El Chaltén, Santa Cruz. 2018 © Leo Micieli
El Chaltén. Santa Cruz. 2018 © Leo Micieli
El Chaltén. Santa Cruz. 2018 © Leo MicieliSiguiendo el recorrido por la parte oeste de Santa Cruz, y después de varias horas nocturnas de viaje, llego temprano a la localidad de Los Antiguos. Alamedas, jardines, chacras, verde, campos de cerezas por todas partes. Se respira una tranquilidad constante y cada lugar transmite paz.
Los Antiguos. Santa Cruz. 2018 © Leo Micieli
Los Antiguos. Santa Cruz. 2018 © Leo Micieli
Los Antiguos. Santa Cruz. 2018 © Leo Micieli
Los Antiguos. Santa Cruz. 2018 © Leo Micieli
Los Antiguos. Santa Cruz. 2018 © Leo MicieliEl pueblo se llama Los Antiguos debido a que los ancianos aonikenk o tehuelches venían a pasar sus últimos años de vida a estas tierras tranquilas y llanas situadas a orillas del hermoso y vasto Lago Buenos Aires. Éste es el segundo lago más grande de Sudamérica y comparte sus aguas entre Argentina y Chile, país en donde cambia su nombre por el de Lago General Carrera. Sin embargo, y una vez más, el nombre originario en lengua tehuelche es 'Chelenko', y significa lago turbulento o tempestuoso. Así se presenta ante mi vista cuando lo visito, con aguas movedizas y dinámicas, amplio y turquesa, imponente.
Lago Buenos Aires. Los Antiguos, Santa Cruz. 2018 © Leo Micieli
Lago Buenos Aires. Los Antiguos, Santa Cruz. 2018 © Leo Micieli
Lago Buenos Aires. Los Antiguos, Santa Cruz. 2018 © Leo Micieli
Vista del Lago Buenos Aires y Los Antiguos desde Chile Chico. Región de Aysén, Chile. 2018 © Leo MicieliPero hay problemáticas que afectan a Los Antiguos. Por sólo nombrar dos: la planta de tratamiento de líquidos cloacales, cuya capacidad se ve ya superada desde hace tiempo por la cantidad de habitantes que residen en el pueblo, que son poco más de 5000. En la fotografía de abajo se pueden ver e imaginar las consecuencias. Lo otro, que sucede en el resto del país, el uso masivo de agrotóxicos. Los Antiguos es la Capital Nacional de la Cereza, los cultivos son abundantes y la celebración de la Fiesta Nacional es todos los años en el mes de enero. Los agroquímicos perjudican la calidad de los frutos, se gastan fortunas en su utilización y, lo que es peor, contamina el agua y el aire, daña el ambiente y deteriora la salud de los habitantes, algo por demás comprobado.
Haciendo esto extensivo hacia el resto de Argentina, esta práctica se ha hecho peligrosamente común en el país, aunque ciertas señales parecen indicar que la gente ha comenzado a prestar atención a esta situación, a partir de las informaciones aportadas por expertos y por productores que de a poco vuelven al método natural de cultivar.
Recomiendo ver el trabajo del gran fotógrafo Pablo Piovano en su ensayo 'El costo humano de los agrotóxicos'.
Enlace---> El costo humano de los agrotóxicos. Pablo Piovano.
Planta de tratamiento de líquidos cloacales. Los Antiguos, Santa Cruz. 2018 © Leo MicieliDespués de miles de kilómetros de viaje, de haber pasado por decenas de pueblos, ciudades, localidades, rutas de todo tipo, naturaleza cruda y moderna artificialidad, se va viendo que ciertos factores se repiten con mucha frecuencia en cuanto a la relación que el ser humano contemporáneo mantiene con la Patagonia. Algo que se repite merece ser considerado, sobre todo si representa un perjuicio en cualquier ámbito, y aún más si el perjuicio no tiene vuelta atrás. En resumidas palabras, se trata del descuido, el daño y el olvido a aquello que nutre a este territorio, a las culturas que fueron coherentes con eso y a la manera de resolver cuestiones económicas y sociales, atravesadas por intereses mezquinos. Los Antiguos no está ajeno a esta situación, algo que es trasladable no solamente al resto del territorio patagónico sino también al país, pero que tratándose de una región tan inmensa y a la vez poco poblada causa una impresión mayor. Hay gran diferencia entre la idea romántica, comercial y turística de la Patagonia y lo que se encuentra al adentrarse sólo un poco en las realidades cotidianas, muchas de las cuales están tan ocultas que ni siquiera la propia gente del lugar está en conocimiento.
Glaciar Perito Moreno. Santa Cruz. 2018 © Leo Micieli
Punta Bandera a orillas del Lago Argentino. Santa Cruz. 2018 © Leo Micieli
Entrada a Los Antiguos y Lago Buenos Aires. Santa Cruz. 2018 © Leo MicieliCuánto que hay para ver en esta Patagonia, para vivir, para observar, para estar atento a lo que sucede en este lugar tan alejado y a la vez no tanto de las grandes ciudades. Cómo es uno mismo frente a todo lo anterior, cómo llegó y qué ha cambiado interiormente. Cada día que pasa es una experiencia nueva, un enfrentarse a la rudeza del territorio, estar inmerso en formas diferentes de vivir y de transitar la vida en este entorno. Comprendo mejor esa hostilidad de la gente de aquí. Nada es fácil porque acá nada se facilita, y es duro cuando todos los días se es conciente de ese sentir y de que no se avizoran respuestas. En este punto de la humanidad los factores climáticos y geográficos ya no pueden ser utilizados como excusa.
Aún así, la tierra patagónica sigue ofreciendo lo mejor que tiene, lo que le va quedando, con manos abiertas, para ver si en algún momento empezamos a multiplicarlo aquí y en otras partes en lugar de arrojarlo como un subproducto. No es sólo cuestión de recursos, más bien se trata del respeto hacia esos recursos y del uso armónico que se les dé.
Amo esta tierra. Su geografía y sus gentes me han transformado como el agua mansa que moldea la roca durante millones de años y le da otra forma, poco a poco, sin presiones, sin darme cuenta hasta que miro hacia atrás. Cómo me gustaría que esto fuera transferido y regalado como experiencia, para que andemos otros caminos, con los pies pisando los pasos que otros dan aquí, y para que de ese modo, luego de andar un rato, sepamos que hay formas mejores de recorrer la vida que las que estamos acostumbrados. Ya no habría vuelta atrás, pero aún más, ya nadie querría volver atrás.
Lago Argentino. Santa Cruz. 2018 © Leo Micieli
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