Km 5750-6960. Tierra del Fuego

Ruta Nacional 3. Parque Nacional Tierra del Fuego. 2017 © Leo Micieli

Km 5750-6960. Tierra del Fuego. 7 de febrero de 2018.

Este es el fin de la ruta, y de todas las rutas. No hay más camino que recorrer. Más allá de este punto se extiende la absoluta soledad, la naturaleza más cruda, una pizca un poco más grande del Infinito. Aquí el paisaje y el vértigo suelen parecerse.

Ahora no queda más alternativa que volver hacia el norte, volver sobre los mismos pasos o por otros rumbos, siempre camino arriba. Es momento y lugar para dar fin a un largo capítulo iniciado hace un año. Tiempo de liberar la carga, respirar el gélido aunque puro aire de la bahía y continuar liviano el camino. En este extremo del mundo piso los últimos pasos que esta tierra permite, dejo que solo se vaya lo que deba irse, miro por última vez aquello que ya no es mío. Como aquel personaje de una olvidada película de los '80, un nativo africano que, triste de observar cómo su tribu se ve corrompida por la aparición de una simple botella de gaseosa encontrada en el desierto, decide viajar hasta su propio fin del mundo para arrojarla, y con ello la maldición que afecta la armonía de sus vidas.

Tierra del Fuego es el hito último. Nada hay parecido a este lugar en toda la Patagonia. Ninguna ciudad existe después de sus márgenes. Su poético nombre refiere dos elementos, los otros dos no se nombran pero también están. No hay modo de escapar a lo elemental. Mejor que así sea, para ver cuánto de humano queda cuando las circunstancias se simplifican hasta su mínima expresión.

Ushuaia. Tierra del Fuego. 2017 © Leo Micieli

La Isla Grande de Tierra del Fuego presenta características no sólo diferentes sino hasta diametralmente opuestas en relación al resto del territorio patagónico, comenzando por que es una isla. Aspectos geográficos y sociales, actuales e históricos, se mantienen como constantes al igual que en otras partes, pero en sí posee particularidades y hasta podría decirse una personalidad marcadamente distinta.

Llegar aquí por tierra implica pasar por aduana, migraciones y escáneres, cruzar a Chile, subir con el vehículo arriba de una balsa para llegar al otro lado del Estrecho de Magallanes, y hacer el proceso aduanero inverso para volver a entrar a territorio argentino. Nada más pasar la primer frontera la sensación es de que esto recién comienza, y que quedará mucho por delante.

Estrecho de Magallanes. Chile. 2017 © Leo Micieli
Estrecho de Magallanes. Chile. 2017 © Leo Micieli
Estrecho de Magallanes. Chile. 2017 © Leo Micieli
Estrecho de Magallanes. Chile. 2017 © Leo Micieli
Estrecho de Magallanes. Chile. 2017 © Leo Micieli

Ésta es la angostura más delgada del Estrecho de Magallanes y su cruce dura unos veinte minutos. Se hace inevitable remitirse a la trascendencia histórica de descubrir este paso interoceánico, hecho que permitió dar la primera vuelta al Globo de la Historia, además de beneficiar a unos y perjudicar a otros, como suele suceder. Avatares de la Humanidad, ajenos a la Geografía y a la belleza.

El trayecto hasta la isla desde el piso superior de la barcaza envuelve el viaje de una sensación de helada calma, a pesar de las agitadas aguas y el eterno viento que hay en el estrecho. Se ve alejarse lentamente la orilla continental, a mitad del recorrido ambas márgenes se perciben como dos pequeñas líneas apenas irregulares, mientras se observa la llegada al otro lado de la angostura con los vehículos que esperan a subir. A los costados, el tono azul-verdoso del mar y algunas toninas que acompañan la trayectoria de la balsa. El balanceo a bordo y el aire frío que corta la cara, más que incomodar traen paz en el tiempo que dura el cruce.

Una vez pisada tierra firme quedan aún unos 450 km hasta la ciudad de Ushuaia, distancia en la cual tiene lugar una preciosa transición del paisaje, que muta desde el inquieto mar, la estepa y las leves colinas a las montañas, los bosques y la bahía. Una larga película se proyecta sin diálogos ni actores, en cámara lenta. Se me vienen a la mente los documentales de Godfrey Reggio: Koyaanisqatsi, Visitors, etc.

Tierra del Fuego. 2017 © Leo Micieli
Tierra del Fuego. 2017 © Leo Micieli
Tierra del Fuego. 2017 © Leo Micieli
Tolhuin. Tierra del Fuego. 2017 © Leo Micieli
Ushuaia. Tierra del Fuego. 2017 © Leo Micieli

Ushuaia, la mansa bahía que da al poniente, da la impresión de ser el último abrazo que la Naturaleza da al ser humano en el Continente Americano y en el Hemisferio Sur. Aquí la traza longitudinal de la Cordillera de Los Andes tuerce violentamente su dirección hasta perderse de forma brusca en las frías profundidades atlánticas, un adiós y hasta la próxima tan extremo y colosal como bello. Esta singularidad geográfica hace que la ciudad quede situada del lado occidental de la línea cordillerana, el único lugar en Argentina donde esto ocurre, y que además deja ver al mismo tiempo las montañas con sus picos nevados y las aguas saladas del Atlántico Sur donde se ubica el puerto. La panorámica aún no está completa. La atmósfera, las aguas y todo alrededor queda siempre cubierto de un tono azul, como si se viera a través de un cristal de ese color. La ciudad azul, escucho decir varias veces, y es cierto.

Ushuaia. Tierra del Fuego. 2017 © Leo Micieli
Ushuaia. Tierra del Fuego. 2017 © Leo Micieli
Ushuaia. Tierra del Fuego. 2017 © Leo Micieli
Ushuaia. Tierra del Fuego. 2017 © Leo Micieli
Remolcador 'Saint Christopher'. Ushuaia, Tierra del Fuego. 2017 © Leo Micieli

Llego a comienzos de la primavera, pero esto es sólo circunstancial, casi podría ser cualquier otra época. Aquí nada es como en otras partes, las estaciones se disuelven y se vuelven una sola, como un ciclo invernal que dura todo el año y que a veces deja sentir un poco de calor con máximas que apenas superan los 20 grados. En todo caso, las estaciones se presentan reunidas a lo largo de un mismo día en el cual el sol, el frío, la lluvia, la nieve y el viento suceden durante esa sola jornada y de forma muy frecuente.

Las calles y veredas suben y bajan constantemente. En realidad todo es así, como un zigzagueo urbano y suburbano en tres dimensiones. Escaleras, rampas, curvas y contracurvas, entradas y salidas a distinto nivel, como laberíntico, similar a un dibujo de Escher. Cuesta encontrar algo que se sitúe sobre un plano que no sea inclinado o que no se tuerza a un lado u otro. Hay que estar bien preparado para recorrerla a pie, mental y físicamente hablando. Los vehículos abundan, también en buena parte por los impuestos de los cuales están exentos sus habitantes. Es comprensible; además de lo ya descripto, el hielo, la nieve y el barro complican de forma determinante la situación. Algo que llama la atención es que los vehículos nunca están limpios, y si lo están les dura apenas un pestañeo.

De alguna manera es una ciudad que desorienta los sentidos y el reloj biológico si no se está acostumbrado a ella. Parece no haber en ningún momento un punto medio, hay una dinámica que aparenta brindar equilibrio pero que sacude fuerte apenas uno se distrae. El emplazamiento, el clima y la historia moderna la configuran de este modo. A veces no se entiende cómo tantas cosas ocurren al mismo tiempo aquí. Es la ciudad imposible en donde todo tiene lugar.

Ushuaia. Tierra del Fuego. 2017 © Leo Micieli
Arribo del rompehielos ARA Almirante Irízar al puerto. Ushuaia, Tierra del Fuego. 2017 © Leo Micieli
Ushuaia. Tierra del Fuego. 2017 © Leo Micieli
Traje de presidiario del antiguo Penal de Ushuaia. Museo de la Ciudad. Ushuaia, Tierra del Fuego. 2017 © Leo Micieli
Ley Provincial N°852, 'Ley Gaucho Rivero'. Prefectura Naval Argentina. Ushuaia, Tierra del Fuego. 2017 © Leo Micieli
Puerto de Ushuaia. Tierra del Fuego. 2017 © Leo Micieli

Es una ciudad curiosa, Ushuaia. Cosmopolita, ecléctica, elegida por turistas de todas partes del planeta y también por las autoridades de la primera mitad del Siglo XX para confinar a los presos por motivos de peligrosidad o políticos, con diciembres de veinte horas de luz y junios con la misma cantidad de oscuridad, hostil y amable a la vez, situada en un entorno de extrema belleza pero atravesada por cierta desidia en cuanto a la falta de planificación urbana en años más modernos, con una relativamente alta densidad de población teniendo en cuenta su clima riguroso y su distancia respecto a cualquier lugar del mundo, culturalmente activa, buscada como garantía del éxito económico, de la tranquilidad y de la seguridad, exenta de ciertos impuestos, y al mismo tiempo con una muy alta tasa de suicidios de jóvenes, algo que es también extensible a toda la provincia de Tierra del Fuego. En mis días aquí tengo la triste experiencia de ser testigo de esto último.

Ushuaia. Tierra del Fuego. 2017 © Leo Micieli

No hace falta alejarse mucho de la ciudad para entrar en contacto con la vastedad, el tipo de vastedad tan estática e impresionante que da la sensación de que dar un paso de más es vulnerar un espacio sagrado, algo intocable, hasta una falta de respeto. Todo es perfecto aquí.

A 12 km de Ushuaia se encuentra el Parque Nacional Tierra del Fuego, en donde finaliza la extensa Ruta Nacional 3, a 3063 km de Capital Federal según el cartel de llegada al hito.

Durante la noche anterior y la mañana nieva. Estoy parado en este extremo del planeta en donde también todo es extremo. Recorro el paisaje con la mirada y es como ver en blanco y negro, los colores desaparecen porque no son necesarios, el contraste es tan alto que todo parece dibujado al carbón, la brusca geografía queda sutilmente delineada con pocos trazos y pinceladas difusas.

Ruta Nacional 3. Parque Nacional Tierra del Fuego. 2017 © Leo Micieli
Bahía Lapataia. Parque Nacional Tierra del Fuego. 2017 © Leo Micieli
Parque Nacional Tierra del Fuego. 2017 © Leo Micieli
Parque Nacional Tierra del Fuego. 2017 © Leo Micieli
Lago Acigami, antiguamente Lago Roca. Parque Nacional Tierra del Fuego. 2017 © Leo Micieli

La abundancia de belleza geográfica en torno a Ushuaia es inmensa. Serían necesarios varios meses para visitar lagos, glaciares, ríos y bosques, y aún más valdría la pena hacerlo en varias épocas del año mientras el paisaje muta de hojas, de colores y de formas. La Naturaleza reservó la mejor parte antes de que la tierra firme se termine y haya que esperar hasta la Antártida, a unos 1000 km más al sur cruzando el amplio, frío y desolado mar.

Tierra del Fuego. 2017 © Leo Micieli
Camino a Glaciar Vinciguerra. Tierra del Fuego. 2017 © Leo Micieli
Camino a Glaciar Vinciguerra. Tierra del Fuego. 2017 © Leo Micieli
Camino a Glaciar Vinciguerra. Tierra del Fuego. 2017 © Leo Micieli
Glaciar Vinciguerra. Tierra del Fuego. 2017 © Leo Micieli
Centro invernal. Tierra del Fuego. 2017 © Leo Micieli

Es hora de dar la vuelta, en dirección al norte. Ya caminé hasta el borde más austral de este viaje dejando a merced de las aguas y el viento el lastre llevado a las espaldas durante años. Los sabios dicen que es aquí y ahora, cualquier aquí y cualquier ahora, en donde la carga debe liberarse, una elección conciente de instante a instante. Pero es que este lugar inspira demasiado como para no hacerlo.

"Y luego, poco a poco, la ruta más abierta... decididamente hacia el Sur, en aquella Ruta 3 que terminaba en la punta del mundo; allá donde Martín imaginaba todo blanco y helado, aquella punta que se inclinaba hacia la Antártida, barrida por los vientos patagónicos, inhóspita pero limpia y pura. [...] nombres que sugieren remotas y solitarias regiones del mundo, pero limpios, duros y purísimos; lugares que parecían no haber sido ensuciados aún por los hombres."

Ernesto Sabato, "Sobre héroes y tumbas", 1961.

Bahía Lapataia. Parque Nacional Tierra del Fuego. 2017 © Leo Micieli

La única alternativa y la única ruta que cruza Tierra del Fuego es la Ruta Nacional 3, que bordea el Lago Escondido y el Lago Fagnano, o Khami. En la punta oriental de este último se encuentra la localidad de Tolhuin. Es un pequeño pueblo de poco más de 3000 habitantes, que entre la turística Ushuaia y la industrial Río Grande oficia de remanso y pausa a prácticamente la misma distancia de ambas ciudades. Su denominación en el idioma selk'nam quiere decir 'corazón' y es significativo que se encuentre en el punto medio de la ruta y de la isla.

Tolhuin. Tierra del Fuego. 2017 © Leo Micieli
Tolhuin. Tierra del Fuego. 2017 © Leo Micieli
Tolhuin. Tierra del Fuego. 2017 © Leo Micieli

Es muy corta mi estancia aquí en este pueblo que, aunque pequeño, tiene lugares que visitar entre el bosque andino patagónico y el lago inmenso y de forma alargada.

Continúo hacia la otra ciudad de la isla, Río Grande, sabiendo de antemano que el panorama será sustancialmente distinto al visto en Ushuaia.

Río Grande. Tierra del Fuego. 2017 © Leo Micieli

Para los que venimos del "norte", pensar en Río Grande es remitirse a industrias, extracción de petróleo y gas, y ensamblaje de televisores y otros electrodomésticos. No es que no lo sea, pero suena un tanto injusto que solamente se la asocie con eso. Está ubicada a orillas del mar y atravesada por el río del mismo nombre, bien cuidada y prolija, más incluso que algunos lugares netamente turísticos, con un centro amplio y con buena oferta comercial, una ciudad dinámica y para nada frívola. No posee la exuberancia de otras partes ni suele estar entre los planes turísticos en general, pero lo que hay es más de lo que se supone.

Río Grande. Tierra del Fuego. 2017 © Leo Micieli
Río Grande. Tierra del Fuego. 2017 © Leo Micieli
Río Grande. Tierra del Fuego. 2017 © Leo Micieli
Río Grande. Tierra del Fuego. 2017 © Leo Micieli

Está emplazada sobre la estepa y la llanura, con mesetas bajas, clima seco y poca vegetación. Un entorno totalmente opuesto y en cierto punto más hostil que el de Ushuaia aunque también se nota un esfuerzo grande por contrarrestar el rigor del viento y climático. Los atardeceres suelen ser hermosos, teñidos de cálidos colores que encienden las últimas horas del día.

Las formas rectas y geométricas dan la impresión de filtrarse por toda la fisonomía de la ciudad: el trazado urbano, las construcciones y barrios, las fábricas, tal vez por el propio carácter industrial que la atraviesa y que parece que la persigue sin tregua, y por lo antedicho respecto a las caractéristicas geográficas.

Sumado a esto también es evidente que las sucesivas oleadas de trabajadores venidos de otras partes obligan a idear una contención de vivienda ante la explosión demográfica, y la solución debe pasar por aquello que es más práctico. La geometría resuelve ese problema.

Río Grande. Tierra del Fuego. 2017 © Leo Micieli
Río Grande. Tierra del Fuego. 2017 © Leo Micieli
Río Grande. Tierra del Fuego. 2017 © Leo Micieli
Río Grande. Tierra del Fuego. 2017 © Leo Micieli
Río Grande. Tierra del Fuego. 2017 © Leo Micieli
Río Grande. Tierra del Fuego. 2017 © Leo Micieli

Los aspectos propios de los lugares recorridos, las características que los favorecen o los afectan, lo bello o lo agreste, las historias, geografías y climas, las conductas sociales, políticas y económicas, los modos de vida o avatares de cualquier índole, representan tan sólo el marco en el cual tiene lugar algo constante y más amplio y más profundo, aunque más sutil, lo que a fin de cuentas es y ha sido el eje de todo este viaje, y que es mejor no perder de vista, menos para un viajero que de antemano sabe que no hay viaje que no sea únicamente de ida, y que lleva a todas partes sus mochilas consigo, las reales y las simbólicas, las que cuentan su propia historia. En ese escenario ocurre que la vida se desarrolla con las circunstancias que tocan, siempre incontrolables aunque no por eso caóticas. Sucede que ciertos conceptos ven transformar su significado, adoptar otras formas, algunos se vuelven inútiles y es necesario desecharlos pero aparecen otros nuevos que ocupan mejor ese lugar. Como cuando uno es chico y a medida que crece debe ponerse otras zapatillas más grandes porque las anteriores ya no sirven ni servirán más. Se trata siempre de lo mismo: de crecer.

Aquí, en esta isla, las circunstancias se simplificaron hasta su mínima expresión. Y mejor que así fuera, porque brotó lo elemental, las virtudes y miedos más grandes, las facetas humanas más extremas, la vida y la muerte, y estoy siendo literal. Y las personas, todas cruzadas por las mismas emociones que hacen a la idea de que no hay nada ni nadie que esté separado de lo que lo rodea, aunque eso aparente ser. La mano tendida de alguien desconocido, y luego otra mano de otro desconocido, y varias manos más que toman la mano propia para terminar de confirmar que la soledad es pura ilusión, aún cuando no haya nadie a la vista.

Tierra del Fuego. Es ahora que me doy cuenta de que en su nombre están los elementos que brindan soporte y calor. Los otros dos, que no se nombran, están ahí afuera, para recordar que la Vida es siempre equilibrio entre lo elegido y lo sucedido.

Ushuaia. Tierra del Fuego. 2017 © Leo Micieli

Manu (07/02/2018)
Quedo sin palabras como si quedara sin respiración ante tan magna y brillante obra, mi queridísimo Leo. Gracias. Sólo resta agradecerte que nos legaras este trabajo más que admirable. Te abrazo, amigo mío!!

Leo Micieli (08/02/2018)
Ohhhhh :) muchas gracias por tanto que me decís, hermano querido! Ahora me quedo yo sin palabras. Me encantaría que compartiéramos unas buenas charlas con todo lo vivido por tu parte y por la mía en estos años que no nos vemos. Abrazo enorme, my friend!!!

Daniel (08/02/2018)
Excelente...

Leo Micieli (08/02/2018)
Gracias Daniel!


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