Km 4710-5750. Costa de Santa Cruz. (Parte 1/2)

Estas aguas ven que una mano desconocida arrebata la pluma para escribir una nueva historia. Está teniendo lugar un cruce gigantesco y terrible de dos mundos: el que habita en la extensión, el que busca extenderse. Es un juego de elementos en pugna y son manejados por fuerzas desiguales. Nada vuelve a ser como antes. La nueva historia ya está escrita, y es la que se impone.

Bahía de San Julián. Puerto San Julián, Santa Cruz. 2017 © Leo Micieli

Km 4710-5340. Puerto Deseado - Puerto San Julián. 11 de septiembre de 2017.

En términos históricos, la costa de Santa Cruz es clave. Aquí, en la Bahía de San Julián, es donde arriba el adelantado don Hernando de Magallanes, quien busca un paso occidental hacia las Indias. Aquí se tuerce aún más el rumbo de la Historia Mundial, a fuerza de conquistas, expediciones y matanzas, extendidas luego a todo el territorio. Aquí también se acuña el término Patagonia, la denominación dada a la tierra de los patagones, que en realidad se llaman a sí mismos aónikenk. Las cosas por aquí no son fáciles luego de marzo de 1520. La Tierra, ahora provista de un eje, gira 180 grados.

Ecos de esos tiempos dan la vuelta al Mundo y a los siglos, y siguen escuchándose. El fuego de los acontecimientos antiguos y recientes sacude todavía este lugar, y se suceden réplicas. Hay grandes contrastes geográficos, culturales, sociales. Una diversidad de procedencias, hábitos, formas de vida, mezclados y dispersados en un área tan extensa. Hay simpleza poética en las orillas, y sangre vertida en ellas. La flora, la fauna, los ecosistemas, procuran sobrevivir con sus variables naturales más otras actuales: humanas, burocráticas, económicas. El carácter ancestral de toda la región se ve en peligro; la amenaza se ramifica en todas direcciones.

Sin embargo, algo intenta ir contracorriente, compensar el daño causado, conservar lo que permanece en pie. No se advierte, no parece importante, no es prioridad. Pero existe. Todavía sigue siendo Tierra de Gigantes.

Puerto Deseado. Santa Cruz. 2017 © Leo Micieli

Luego de atravesar kilómetros de la tan típica ruta patagónica, casi recta y con estepa a un lado y otro, se llega a Puerto Deseado. Un cartel en lo alto de un cerro anuncia su nombre, y por una curva en bajada se asoman la ría, el dique seco, el puerto y la ciudad. No es tanta la distancia recorrida, pero igual se experimenta una sensación de alivio al llegar, como de sed saciada.

Los aires de puerto moldean otro paisaje, otros hábitos, otro ritmo, una dinámica intensa pero a la vez calma, el tipo de calma que posee quien conoce su oficio y sencillamente lo despliega.

Puerto Deseado. Santa Cruz. 2017 © Leo Micieli
Puerto Deseado. Santa Cruz. 2017 © Leo Micieli
Puerto Deseado. Santa Cruz. 2017 © Leo Micieli

Puerto Deseado debe su nombre a un corsario, Thomas Cavendish, quien llega a sus costas y las bautiza con el nombre de su nave insignia, Desire; la denominación Port Desire deriva luego en su castellanización. Resulta curioso y bastante sugerente el término 'desire' (deseo), más si se tiene en cuenta que lo impone un pirata. Los antiguos navegantes de estas aguas avizoran ya la riqueza y las posibilidades que este lugar tiene, y la pretenden para ellos. Es también un término profético ya que esta área es reclamada en alguna ocasión para la Corona Británica. Esta conducta, hacia éste y otros territorios, se convierte en un hábito común para los reinos europeos, muchas veces hasta enfrentándolos entre sí.

El puerto de aguas profundas es el principal motor de la ciudad. La actividad portuaria es grande y muy importante.

Puerto Deseado. Santa Cruz. 2017 © Leo Micieli
Puerto Deseado. Santa Cruz. 2017 © Leo Micieli
Puerto Deseado. Santa Cruz. 2017 © Leo Micieli
Puerto Deseado. Santa Cruz. 2017 © Leo Micieli

Las labores de la ciudad se desarrollan entre los cerros, las calles en subida y bajada y un centro bien cuidado. Hay buena predisposición en la gente, que sonríe, es solidaria y mantiene una actitud amistosa en cualquier parte. Parece que todos procuran conservar la tranquilidad del lugar, que nada salga de la habitual placidez.

Para llegar a Puerto Deseado es necesario desviarse del curso de la Ruta 3 unos 120 km hacia el sureste, y hacer el mismo camino a la inversa para salir, ya que no hay otras alternativas mínimamente accesibles. Este alejamiento del principal eje rutero resulta incómodo para los viajeros y el transporte. A la vez queda de manifiesto la escasa planificación en cuanto a la importancia que esta ciudad tiene, ya que termina quedando un poco al margen. Pero por otro lado, tal vez esta condición hace que se mantenga a sana distancia de los ires y venires desmedidos que a veces enrarecen el aire de un lugar.

A poca distancia en auto, incluso llegando a pie, hay cañadones, formaciones rocosas, cuevas, mesetas, flora y fauna, miradores, mar, estepa... Una diversidad y belleza geográfica y ecológica muy grande, concentrada en pocos kilómetros a la redonda.

Puerto Deseado. Santa Cruz. 2017 © Leo Micieli
Puerto Deseado. Santa Cruz. 2017 © Leo Micieli
Puerto Deseado. Santa Cruz. 2017 © Leo Micieli

Cruzado por el viento persistente,
un molle se eleva en el cañadón que abraza a la ría.
Aferradas al suelo sus raíces, torcido hacia un lado su tronco,
las espinas apuntan hacia el peligro latente.
No está aislado, ni fuera de todo.
Lo une a lo antiguo, a lo perenne,
la quietud y la sabiduría.
Puerto Deseado. Santa Cruz. 2017 © Leo Micieli

No hay lugar que esté completamente separado de otros, a pesar de las distancias y las formas de vivir diferentes. No obstante, Puerto Deseado conserva aires distintos a otros lugares patagónicos. Hay innumerables lugares para visitar, una actividad portuaria y pesquera importante, una sensación de permanente tranquilidad. Todos estos aspectos, que pueden generar caos si no se armonizan, en el caso de esta ciudad es lo contrario, una combinación de elementos que resulta agradable tanto para quienes viven como para quienes están de paso. Se traduce en el ánimo de la gente, de preservar lo bien hecho y no dejar que nada lo altere. Hay elementos comunes a todo el territorio: el viento, el frío, la agreste belleza, la historia geológica, la diversidad de orígenes, la escasez o deterioro de algunos recursos, la historia marcada por el dominio externo, elementos que a veces benefician y otras perjudican.

Puerto Deseado. Santa Cruz. 2017 © Leo Micieli
Puerto Deseado. Santa Cruz. 2017 © Leo Micieli
Puerto Deseado. Santa Cruz. 2017 © Leo Micieli
Puerto Deseado. Santa Cruz. 2017 © Leo Micieli

Breve y obligado paso por Fitz Roy para volver a la Ruta 3 y encarar franco hacia el sur. No pasan más de veinticuatro horas desde el arribo hasta la salida. Sin embargo, este lugar de aproximadamente cuatrocientos habitantes permite apreciar un hermoso atardecer, charlar con el amable personal de la estación de servicio y seguir confiado hasta el próximo destino.

Ruta Nacional 281. Santa Cruz. 2017 © Leo Micieli
Fitz Roy. Santa Cruz. 2017 © Leo Micieli
Fitz Roy. Santa Cruz. 2017 © Leo Micieli

Puerto San Julián es un plácido lugar en la meseta esteparia con leves colinas que rodean la ciudad, una costa y bahía donde la gente pesca, camina, hace ejercicio, anda en lancha, donde es impensado que pueda existir algún peligro o riesgo de cualquier tipo. Los alrededores son igualmente hermosos, con miradores panorámicos desde donde apreciar el paisaje. Sobre los montes hay senderos de trekking, de bicicletas, de cuatriciclos, una vegetación baja y uniforme como un manto. El propio camino es propicio para un buen paseo por el medio que se elija. Por la calle las personas saludan al pasar por al lado. La vida ocurre con total tranquilidad.

Puerto San Julián. Santa Cruz. 2017 © Leo Micieli
Puerto San Julián. Santa Cruz. 2017 © Leo Micieli
Puerto San Julián. Santa Cruz. 2017 © Leo Micieli
Puerto San Julián. Santa Cruz. 2017 © Leo Micieli

El ánimo apacible de Puerto San Julián transcurre y cubre de sencillez su atmósfera. Son otros los aires que se respiran ahora. Nada hace suponer que aquí, hace cinco siglos, tienen lugar hechos trascendentes y determinantes para la historia local, la del resto de la Patagonia e incluso del Mundo.

Réplica 1:1 de la Nao Victoria. Puerto San Julián, Santa Cruz. 2017 © Leo Micieli

La Nao Victoria es la única de las naves de la Flota Magallánica que logra dar la vuelta al Globo, la primera circunnavegación a la Tierra de la Historia. El Reino de España y el propio Magallanes, en el afán de lograr tal periplo, seguir con las conquistas y buscar un paso interoceánico hacia las Indias, recala en las costas de la Bahía de San Julián en donde repara un tiempo hasta poder reabastecerse y pasar los fríos. En los meses siguientes estas aguas son agitadas y teñidas de rojo. Sublevaciones, ejecuciones, evangelizaciones, prisioneros, una nave desertora, otra hundida más al sur en el Río Santa Cruz. Y los aónikenk, llamados también tehuelches por los mapuches, que ven cómo son diezmados sus hábitos, su gente, su tierra. Las consecuencias son permanentes y se intensifican con el correr de los años y de los siglos. Son luego las propias autoridades del país quienes continúan la tarea.

El carácter de esta región y de toda la Patagonia está marcado y se comprende por estos acontecimientos, y por los que se suceden aún hasta nuestros días. El tiempo va sumando nuevos rostros aunque viejas costumbres. Hasta la historia reciente registra una guerra, la de Malvinas, con un pie de apoyo fundamental en estas costas así como en otras del litoral de la provincia de Santa Cruz.

Mirage V Dagger de la Fuerza Aérea Argentina, como los utilizados durante la Guerra de Malvinas. Puerto San Julián, Santa Cruz. 2017 © Leo Micieli
Aeródromo utilizado durante la Guerra de Malvinas. Puerto San Julián, Santa Cruz. 2017 © Leo Micieli

Luego de once meses de recorrer en buena parte la Patagonia es inevitable comenzar a notar con mucha más claridad que de ningún modo es un suelo sencillo. Dejando aparte las condiciones climáticas y geográficas, las distancias y la rudeza general del territorio, hay factores que la hacen todavía más difícil de habitar. Los nacidos aquí y los llegados de otras partes a vivir saben de qué se trata y con qué se deben enfrentar en lo cotidiano.

Problemas de suministro de agua, por derroche o escasez, o por contaminación, basurales a cielo abierto sumados a la acción del viento, abandonos de fábricas, idas y venidas políticas, falta de planificación y desidia, recursos naturales renovables y no renovables esparcidos por el mundo sin control, trabajo precario y supeditado a la voluntad de la economía, problemas de salud derivados de ciertas actividades, cientos y miles de hectáreas de tierra en manos de un puñado de personas, cultura ancestral, antigua y moderna arrojadas a un lado.

Ex frigorífico Swift. Puerto San Julián, Santa Cruz. 2017 © Leo Micieli
Puerto Deseado. Santa Cruz. 2017 © Leo Micieli
Vieja estación del Ferrocarril Patagónico. Puerto Deseado, Santa Cruz. 2017 © Leo Micieli
Puerto Deseado. Santa Cruz. 2017 © Leo Micieli

La antigua sabiduría de este lugar está interrumpida, velada, castigada desde hace tiempo, aunque no extinguida. Subyacen aún bajo el manto geográfico las fuerzas que dan origen a todo y que son el sostén de la vida en todas sus formas.

Regio Gigantum, tal vez la denominación más adecuada para este lugar. Los colonizadores dan ese nombre a esta tierra por la gran contextura y proporción de sus pobladores, aunque hay otra interpretación oculta. Describe quiénes son aptos para habitarla, comprenderla, respetarla. Quiénes tienen y siguen teniendo el espíritu gigante para merecer estar aquí.

Monumento Natural Piedra Toba. Puerto Deseado, Santa Cruz. 2017 © Leo Micieli

Julio (03/10/2017)
Leo, al leer tus relatos de las experiencias vividas ,da la sensación de estar recorriendo la PATAGONIA de repente en el lomo de un caballo o en un vehículo motorizado y también desde las alturas mirando con la vista aguda de un águila , acompañado por un guía enamorado de esos parajes y que ubica al lector perfectamente en cada escenario y además contando parte de la historia de cada sitio que muchos ignoramos .



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