Ruta Nacional 3. Chubut. 2017 © Leo MicieliUn temporal afecta a la mayor parte de la Patagonia en los días de junio. El mapa satelital muestra un inmenso manto blanco cubriendo el territorio casi entero, apenas algunas franjas sobre la costa quedan a relativo resguardo de la nieve, pero no del hielo, de la lluvia, de los cortes de ruta. En algunos lugares ocurre todo lo anterior, y más. Hay inundaciones, casas destrozadas, colapso de servicios. El invierno se adelanta unos días y se impone sobre el ya habitual frío de este lugar. El último antecedente de un temporal así hay que buscarlo hace varias décadas atrás. Las dudas hacen pensar si continuar adelante o no. Sin embargo, el viaje continúa. Qué duda cabe, si todos los viajes son siempre de ida.
Mientras más al sur, el espacio y el tiempo dan la impresión de alargarse, todo se vuelve lento y las distancias se estiran, todavía más. La física no ha variado sus leyes, pero eso pareciera. Es la percepción de las cosas, y no su naturaleza, tan relativa como personas hay en el mundo.
Este tramo será más áspero, más incómodo, aunque en todo momento con la ayuda desinteresada como factor común. Se siguen perfilando cada vez con más detalle los rasgos característicos de la geografía y la gente, rasgos que resultan tan antagónicos como complementarios, tan necesarios en esta Terra Patagonia.
Estación de Servicio YPF. Trelew, Chubut. 2017 © Leo MicieliDesde Puerto Madryn hasta Trelew hay 60 km. Es un trayecto inusualmente corto en términos patagónicos, sobre una ruta en perfecto estado, por lo que en menos de media hora se recorre sin problemas empezando en una estación de servicio y finalizando en otra. Todavía no hay mucho rastro del temporal en este tramo, pero tampoco faltará tanto. Quedan hasta Comodoro Rivadavia casi 400 km más; sobra ruta para ponerse al tanto de lo sucedido.
Trelew, Chubut. 2017 © Leo Micieli
Ruta Nacional 3. Chubut. 2017 © Leo Micieli
Garayalde. Chubut. 2017 © Leo MicieliAl parecer la travesía será larga. El hielo sobre el asfalto complica el tránsito. Es común ver toda clase de vehículos al costado de la ruta, volcados, chocados, abandonados hasta que alguien los saque algún día. La velocidad decrece en estas condiciones, pero más allá de Garayalde habrá que detenerse a 0 km/h y aguardar a que la cada vez más delgada fila de camiones avance cada tanto, a veces no más de diez o veinte metros. La travesía, y también la noche, serán muy largas.
Ruta Nacional 3. Chubut. 2017 © Leo Micieli
Ruta Nacional 3. Chubut. 2017 © Leo Micieli
Cañandón Ferrays, Chubut. 2017 © Leo MicieliLuego de varias horas hasta el amanecer aún no hemos llegado a Comodoro Rivadavia. Falta poco, tal vez unos 20 kilómetros, pero en la bajada del Cañadón Ferrays hay mucho hielo sobre la calzada y los vehículos deben transitar con extrema precaución además de cadenas. Por la altura y el viento es un lugar propicio para que se generen estas condiciones que con frecuencia producen graves accidentes.
Sobre la huella congelada de la ruta pasan las ruedas de los camiones, pero resbalan, se van de lado, les cuesta volver a su curso. Se avanza muy lento, da la impresión de salirse de camino barranco abajo en cualquier instante. En las ciudades y pueblos la gente espera a que lleguen sus familiares y los cargamentos que traen los camiones, pero es que no pueden hacerlo, son muchos y los inconvenientes también.
Cañadón Ferrays, Chubut. 2017 © Leo Micieli
Cañadón Ferrays, Chubut. 2017 © Leo Micieli
Cañadón Ferrays, Chubut. 2017 © Leo MicieliPasando el cañadón todo cambia de repente. Sigue el frío y la lluvia, pero se han ido la nieve y el hielo, el tránsito se ha normalizado, hay cierta fluidez. Entrar a Comodoro Rivadavia es, a casi veinte horas de haber salido de Trelew, una especie de oasis climático en esta situación, lo que es ya mucho decir puesto que no es precisamente la ciudad más amable en términos meteorológicos. No obstante esto es sólo una ilusión. La catástrofe ya se ha abatido pocos meses antes sobre esta ciudad que quedó bajo el agua luego de intensas lluvias que ampliamente superaron los promedios. Los efectos se notan en las calles y veredas, aún cubiertas por barro, las casas destrozadas y escombros, chapas y postes tirados por doquier. A mediados de los años noventa sucedió algo parecido: el Cerro Chenque fue la rampa por donde el agua bajó a raudales. Un geólogo afirma que ahora, gracias a las obras de prevención hechas en el cerro, la ciudad se ha salvado de consecuencias mayores.
Por estos días el temporal patagónico vuelve a amenazar desde cielos comodorenses. .
Comodoro Rivadavia, Chubut. 2017 © Leo Micieli
Comodoro Rivadavia, Chubut. 2017 © Leo Micieli
Cerro Chenque. Comodoro Rivadavia, Chubut. 2017 © Leo MicieliLa ciudad no ofrece en estos momentos su mejor versión. Todavía, y aún por bastante tiempo, los servicios están en situación delicada, queda reconstruir buena parte de lo dañado y tal vez esperar a que llegue una estación más cálida para que se recomponga y tener una idea más acabada de su importancia.
Capital Nacional del Petróleo, y podría serlo del viento también, puerto multiexportador, ciudad más poblada de la Patagonia, características más que suficientes para considerar su trascendencia en estas tierras y a nivel nacional. Algo deja ver de su agreste belleza, una dama adinerada y hosca, hoy y por estos días venida a menos.
Comodoro Rivadavia, Chubut. 2017 © Leo Micieli
Comodoro Rivadavia, Chubut. 2017 © Leo MicieliLuego de tres días en esta ciudad decido seguir hacia la próxima sobre la Ruta 3. Intento escapar del temporal sin saber bien cómo, ya que el tiempo no tiene divisiones políticas, y el próximo destino es Caleta Olivia, a unos 80 km. A tan poca distancia, y aunque es otra ciudad y otra provincia, no hay manera de salir de la emboscada climática, pero al menos cuento con el factor sorpresa que puede llegar a salvarme, y que lo ha hecho ya innumerables veces.
Comparto camino con un tucumano muy divertido y un ruso de Siberia. Esto puede que forme más parte de lo anecdótico, pero viene a colación de qué cosas pueden suceder en las rutas patagónicas, y desde qué remotos lugares vienen a visitarla y a vivir.
La ruta en esta parte cursa a pocos metros de la costa, por lo que de un lado hay meseta y aridez y del otro el frío mar que golpea el barranco. El sol sale y los ojos al fin ven algo de luz no filtrada por las nubes, y se siente calor en la cara. Es otro oasis climático que durará muy poco. Ya estoy en conocimiento de que las lluvias y el viento harán mella en horas de la noche.
Ruta Nacional 3. Chubut. 2017 © Leo Micieli
Caleta Olivia, Santa Cruz. 2017 © Leo Micieli
Caleta Olivia, Santa Cruz. 2017 © Leo MicieliEn pocas horas habrá que resolver lugar, condiciones y demás asuntos de viajero. Lluvia, frío y viento acechan siempre, esta vez dando aviso previo a que ocurrra. De esta forma no caigo en la cuenta de que estoy visitando una nueva provincia en este viaje. La entrada es un poco a los tropiezos pero, como siempre sucede, la gente ayuda de maneras más allá de las imaginadas. Una familia de hermanos mendocinos radicados en Caleta Olivia me recibe en su casa, y a partir de ahora los posibles dos o tres días que en principio fuera a pasar aquí se harán varias semanas. No es que la ciudad sea propicia para quedarse, pero ante tanta hospitalidad es difícil decir no.
De todos modos, el tiempo climático está acostumbrado a imponer y no a esperar ni comprender de amistades, por lo que apenas hay un rato para ponerse a resguardo antes de que el cielo se desplome de agua.
Caleta Olivia, Santa Cruz. 2017 © Leo Micieli
Caleta Olivia, Santa Cruz. 2017 © Leo Micieli
Caleta Olivia, Santa Cruz. 2017 © Leo MicieliHay que considerar ciertos factores y condiciones en general de la zona donde estoy que hacen sentir más los efectos después de la lluvia, y que en el propio centro son levemente más tenues. En sí es simplemente una lluvia intensa de un par de días y con mucho viento y frío. Zona de Chacras, así se llama esta área donde el nombre ya describe de qué se trata, y que está a cierta distancia de la ciudad, suficientemente cerca para llegar en vehículo en diez minutos y demasiado lejos para ir caminando entre calles de tierra y arena, enormes charcos de barro resbaloso y perros, a razón aproximada de varios por cada habitante de esta área, lo que suma una buena cantidad de ellos. Y la mayoría de muy pésimo carácter, sin importar su raza y tamaño.
Las condiciones en el lugar no son mucho más favorables con mejor tiempo, hay escasez de agua (al igual que en muchas partes de la provincia, como luego lo comprobaré) y además está bastante contaminada, el viento es fuerte y la arena se cuela en cada pequeño lugar, casi no hay negocios o lugares donde abastecerse de víveres y artículos de uso general.
Caleta Olivia, Santa Cruz. 2017 © Leo Micieli
Caleta Olivia, Santa Cruz. 2017 © Leo Micieli
Caleta Olivia, Santa Cruz. 2017 © Leo MicieliLos días se suceden tranquilamente en esta zona de chacras. Se oye el silencio que sólo es interrumpido por los ladridos y las fuertes ráfagas, y cada tanto alguna camioneta. En el centro el ritmo es otro, como es natural, pero se percibe también tranquilidad.
Es una ciudad petrolera que ha aumentado enormemente su población en los últimos años. Razones de trabajo hacían que muchos migraran a este lugar que prometía (y cumplía) bonanza laboral no sólo en el área del petróleo sino también en todas las actividades generadas alrededor del abundante dinero que emana de los pozos. La situación ha cambiado desde hace un tiempo. Motivos políticos combinados con la oscura economía petrolera y sus deliberados vaivenes, que tanto aquí como en cualquier país productor es soportada por su población, sobre todo en ciudades como éstas, tan dependientes del oro negro que terminan siendo vulnerables cuando algo no anda bien.
Caleta Olivia, Santa Cruz. 2017 © Leo Micieli
Caleta Olivia, Santa Cruz. 2017 © Leo Micieli
Caleta Olivia, Santa Cruz. 2017 © Leo Micieli
Caleta Olivia, Santa Cruz. 2017 © Leo MicieliLas características y rasgos de esta ciudad hacen pensar en un potencial no aprovechado, desperdiciado de algún modo. Se nota una brecha, algo no termina de unirse y de tomar forma definitiva. Da la impresión de que todavía queda por construir, literal y simbólicamente, pero cierto desánimo que podría confundirse con costumbre no deja que eso suceda.
Hay que buscar diversos factores que confluyen en el comportamiento de una comunidad: geográficos, históricos, actuales, tendencias, actividades y una alta dosis de política. Todo está sobre el tapete listo para ser barajado, aunque la banca, ya se sabe, siempre sale ganando.
Caleta Olivia, Santa Cruz. 2017 © Leo Micieli
Caleta Olivia, Santa Cruz. 2017 © Leo Micieli
Caleta Olivia, Santa Cruz. 2017 © Leo Micieli
Caleta Olivia, Santa Cruz. 2017 © Leo MicieliA pesar del tono de cierta tragedia que pudiera tener este post, la sensación que deja esta etapa es de enorme optimismo, no a pesar de los avatares climáticos y sociales sino justamente por eso. Este viaje no tiene como objetivo visitar lugares de ensueño, ni dar una visión edulcorada y parcial de esta tierra, ni hacer una guía de viajes para futuros visitantes. Hay mucho más que eso, hay lo que no se encuentra en condiciones de comodidad, algo que únicamente aparece cuando la piel se pone en contacto con la crudeza y la aspereza. La belleza geográfica y el placer de viajar, por supuesto, también forman parte de ello, pero no son su eje. Sí lo es cada instante viajado y vivido, con lo que se presente, con lo que tenga que venir, porque luego de eso lo único que espera es algo mejor. Y siempre, lo que equilibra y nivela hacia arriba es la actitud solidaria de las personas, algo que en estos casi 5000 km de recorrido ha sido una constante sea cual fuere el lugar y las condiciones.
A la salida de este tramo el sol enseña sus tonos. Se ha ido el temporal, las próximas jornadas traen mejor tiempo, y las amistades, experiencias y ayudas recibidas son tesoro para toda la vida.
Caleta Olivia, Santa Cruz. 2017 © Leo Micieli
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