Pico Truncado. Santa Cruz. 2018 © Leo Micieli-¿Trabajás en el petróleo?
-No, ojalá...
De la corta respuesta brota un deseo. Más bien parece una obsesión revestida de deseo, una esperanza de que al fin se dé la ansiada oportunidad. El diálogo ocurre en cualquier lugar de la Cuenca del Golfo de San Jorge, y en cada región petrolera. Es un pensamiento recurrente, como el leitmotiv de una película, que punza la psiquis de muchos que viven aquí, o de muchos que vienen a intentar vivir. La meta es un salario varias veces por encima del promedio. Se entrevé la abundancia en el agreste horizonte patagónico, pero se trata de una abundancia estrecha y viscosa, oscura como un atardecer tormentoso, o como el líquido del cual procede. En ocasiones, el deseo cumplido acarrea un costo demasiado alto.
No siempre fue así en estos lares. Hasta comienzos del siglo XX el petróleo apenas era tenido en cuenta por el Gobierno. El carbón traído de Gran Bretaña, tan oscuro como el petróleo, cumplía la función de proveer la energía, y los políticos y terratenientes de la época solían defender de manera conveniente tales intereses. Tampoco la Patagonia parecía formar parte del país. La matanza llevada a cabo por el presidente Julio Argentino Roca arrasó con las culturas originarias, y en el incómodo, remoto e indefinido territorio del sur parecía quedar solamente el viento y la vasta estepa, que a nadie interesaba. La historia comienza a cambiar el 13 de diciembre de 1907, cuando se encuentra finalmente el oro negro en el pequeño poblado de Comodoro Rivadavia. La historia oficial cuenta que se buscaba agua y se encontró petróleo. Serendipia... Pero el petróleo se venía buscando desde hacía bastante tiempo, y la acostumbrada mezquindad era la que no permitía explorarlo.
En estas circunstancias la Patagonia comienza a integrarse al país, a través del petróleo de la Cuenca, la más grande región productora argentina de hidrocarburos. Los inicios no fueron fáciles. El presente tampoco lo es. Ya se sabe: el recurso, a diferencia de las esperanzas, no se renueva.
Perito Moreno. Santa Cruz. 2018 © Leo MicieliEl otoño tiñe las rutas y los alrededores en esta etapa del viaje. Perito Moreno parece ir a tono con la estación; las calles y la avenida principal llevan esa nostalgia otoñal en sus antiguas construcciones y en las arboledas. Muchas esquinas y casas tienen carteles indicando el valor histórico de cada edificio. Un fugaz viaje hacia otro tiempo, una parte que queda pero que ya no es tal como fue. Por un momento la imaginación se sitúa en las primeras décadas del siglo XX y ese instante se vuelve eterno, como ver un cortometraje de aquella época.
Perito Moreno. Santa Cruz. 2018 © Leo Micieli
Perito Moreno. Santa Cruz. 2018 © Leo Micieli
Perito Moreno. Santa Cruz. 2018 © Leo MicieliSi bien zona petrolera, lo es también minera. En el Macizo del Deseado se extrae oro y plata, lo cual hace que el pueblo tenga, además de una población estable, una buena cantidad de población fluctuante.
Al parecer la cuenca está marcada por las actividades que dependen de la extracción de recursos.
Perito Moreno. Santa Cruz. 2018 © Leo Micieli
Laguna de los Cisnes. Perito Moreno, Santa Cruz. 2018 © Leo Micieli
Perito Moreno. Santa Cruz. 2018 © Leo Micieli
Perito Moreno. Santa Cruz. 2018 © Leo MicieliCamino a Las Heras la ruta comienza a mostrar cada vez más las cigüeñas de extracción a un lado y otro, subiendo y bajando como aves que buscan bajo la tierra su alimento.
Común denominador en toda la Patagonia es que buena parte de la población no es nacida en el territorio sino en el "norte" o en Chile. La industria petrolera hace que las migraciones sean aún mayores, lo cual da por resultado un amplio crisol de acentos, costumbres y culturas diferentes conviviendo en un solo lugar. Esto tiene su contraparte. La lejanía al lugar de procedencia y a la familia, la rudeza del clima y la calidad de vida no alcanzan a veces a ser compensadas ni siquiera por los altos sueldos de quienes trabajan en el petróleo de la Cuenca, algo que de antemano no es tenido en cuenta o pasa a un segundo o tercer plano. El sentido de pertenencia y compromiso con cada localidad es bajo, no es frecuente escuchar a las personas hablar de lo que los une al lugar, salvo lo laboral, que se impone frente a todo lo demás y en detrimento de ello.
Las Heras. Santa Cruz. 2018 © Leo Micieli
Las Heras. Santa Cruz. 2018 © Leo Micieli
Las Heras. Santa Cruz. 2018 © Leo MicieliLas Heras se ganó hace unos años el mote de "ciudad con la tasa más alta de suicidios de adolescentes del país". Si bien la tasa de suicidios es alta, conviene desmitificar y tomar con cuidado un asunto muy delicado, en donde las etiquetas más que indicar una situación pueden llevar a estigmatizar a la localidad.
Tiempo atrás se realizó un estudio sobre esta problemática y hasta se filmó un documental, pero algunos opinan que no es muy riguroso y que la elevada tasa de suicidios en verdad corresponde a los ocurridos en la vía pública, no en el ámbito privado. Más allá de la rigurosidad de los datos, los suicidios son una triste y preocupante realidad que con demasiada frecuencia ocurre no solamente aquí sino en muchos lugares de la Patagonia, más hacia el norte y más hacia el sur. Habría que atender a las causas que derivan en ello, que tienen que ver con algo más que el clima hostil.
Las Heras. Santa Cruz. 2018 © Leo Micieli
Las Heras. Santa Cruz. 2018 © Leo Micieli
Las Heras. Santa Cruz. 2018 © Leo MicieliSigue la ruta, la 43, y las cigüeñas al costado del camino.
Pico Truncado es la próxima parada. Debe su nombre al Cerro Truncado, situado a unos pocos kilómetros. Sin grandes bellezas, como lo es en general la Cuenca, es una ciudad con gente amable y alrededores que merecen ser vistos.
Cerro Truncado. Pico Truncado, Santa Cruz. 2018 © Leo Micieli
Las Salinas. Pico Truncado, Santa Cruz. 2018 © Leo Micieli
Sierras Blancas. Santa Cruz. 2018 © Leo MicieliEs ciudad, tiene unos 25000 habitantes y posee industrias, pero es muy normal que se la llame 'pueblo'. En cada parte se respira la gentil atmósfera pueblerina, que deja de serlo al notar que el aire y sobre todo el agua ya no son tan puros como en otros tiempos.
Una metáfora de lo que sucede no sólo aquí sino en toda la Patagonia es el parque éolico que posee cuatro turbinas, las cuales no funcionan, desaprovechando de esta manera el todopoderoso viento, ese recurso que no contamina, que se renueva y abunda tanto que llega hasta el hartazgo, y que es capaz de torcer los árboles y arrancar techos pero no se le permite mover ni un ápice las hélices.
Parque Eólico. Pico Truncado, Santa Cruz. 2018 © Leo MicieliMientras más hacia el este, mayores problemas con el abastecimiento o con la calidad del agua. Es fácil notarlo en el sabor y el olor, y si se usa para el mate, la yerba al poco tiempo toma una coloración azulada. Genera todo tipo de sospechas la cantidad de casos de cáncer tanto aquí como en Caleta Olivia, cercana a Pico Truncado. No hay estudios estatales ni privados sobre nada de esto, lo cual da lugar a toda clase de suspicacias debido a la más que evidente incidencia de las industrias en este aspecto. Las chances de ser atendido médicamente una vez que se detecta una enfermedad se reducen a muy pocas, no hay tantos médicos para tan alta demanda. Quienes gozan de buenas obras sociales salen algo mejor parados, mientras que el resto hace lo que puede, si es que puede, y las largas distancias complican el panorama. Incluso teniendo posibilidades de atención, sería preferible no tener que recurrir a ello, y la falta de datos no ayuda a generar políticas de prevención. Y aún teniendo esos datos, cabría preguntarse si hay verdadera voluntad de generar tales políticas.
Petróleo y sal. Pico Truncado, Santa Cruz. 2018 © Leo Micieli
Pico Truncado. Santa Cruz. 2018 © Leo Micieli
Cementera. Pico Truncado, Santa Cruz. 2018 © Leo MicieliLa ciudad es sencilla, de casas bajas y un centro pequeño con algunos comercios. A pesar de eso en algunos lugares se percibe la intención de embellecerla con murales u otras obras artísticas, y tiene una buena actividad cultural con muchas más opciones que otras localidades cercanas, con artistas que vienen de otras partes del país y también del exterior. También se ven vestigios de viejas construcciones ferroviarias, edificios de chapas de zinc y antiguas torres con singulares tanques de agua que tienen el diseño futurista de mediados del siglo XX.
Pico Truncado. Santa Cruz. 2018 © Leo Micieli
Pico Truncado. Santa Cruz. 2018 © Leo Micieli
Pico Truncado. Santa Cruz. 2018 © Leo Micieli
Pico Truncado. Santa Cruz. 2018 © Leo Micieli
Pico Truncado. Santa Cruz. 2018 © Leo MicieliPico Truncado comparte las problemáticas ambientales con otras ciudades y localidades aledañas, y a priori no revestiría ningún interés, pero oculto tras ese pensamiento hay más de lo que se supone, empezando por la calidez de la gente conocida aquí y la pujanza a nivel cultural que emana de ella. En todas partes me encuentro con la solidaridad y la generosidad que no se nota a simple vista pero que en esta ciudad las percibí en abundancia. Al hacer más kilómetros y contar mi experiencia a otros, éstos confirman que mi visión no es solamente personal. Uno más de los tantos prejuicios que se derriban en este viaje.
Cine Teatro Lázaro Urdín. Pico Truncado, Santa Cruz. 2018 © Leo Micieli
Pico Truncado. Santa Cruz. 2018 © Leo Micieli
Pico Truncado. Santa Cruz. 2018 © Leo MicieliUn pequeño paseo de una tarde por el pueblo de Fitz Roy permite ver a lo lejos lo que fue el ferrocarril. Algo se conserva, se intenta conservar. Aunque la buena intención no siempre alcanza siempre es mejor que no tenerla, y los resultados se evidencian.
Como sucediera en Puerto Deseado, extremo de este trazado ferroviario, quedan los restos dignamente preservados o restaurados de las viejas instalaciones del tren que supo cruzar estas tierras.
Fitz Roy. Santa Cruz. 2018 © Leo Micieli
Fitz Roy. Santa Cruz. 2018 © Leo Micieli
Fitz Roy. Santa Cruz. 2018 © Leo Micieli
Fitz Roy. Santa Cruz. 2018 © Leo MicieliYa habiendo estado el pasado año en Caleta Olivia y Comodoro Rivadavia, ahora las salteo sólo para dirigirme a la última localidad de la Cuenca que visito en este viaje: Sarmiento, antes llamada Colonia Sarmiento.
Lago Musters. Sarmiento, Chubut. 2018 © Leo Micieli
Escuela Provincial No. 14. Sarmiento, Chubut. 2018 © Leo Micieli
Sarmiento. Chubut. 2018 © Leo MicieliEl paisaje rural se hace más evidente en este pueblo que sigue perteneciendo al ámbito de la cuenca petrolera y tiene a buena parte de su población trabajando en el petróleo.
La diferencia se nota en sus arboledas, altos álamos que bordean las calles y forman una barrera contra el viento, en las chacras que están tanto dentro como fuera del ejido urbano y en las casitas que conservan el aire de las primeras décadas del siglo pasado.
Sarmiento. Chubut. 2018 © Leo Micieli
Sarmiento. Chubut. 2018 © Leo Micieli
Sarmiento. Chubut. 2018 © Leo Micieli
Sarmiento. Chubut. 2018 © Leo MicieliSe ubica entre dos lagos: Colhué Huapi, extenso pero de poca profundidad y que en la actualidad está seco, y el Musters, también extenso aunque no tanto como el anterior, pero mucho más profundo. Este último de agreste belleza y que en días sin viento forma un hermoso espejo de agua. Además es el encargado de abastecer del líquido a algunas localidades, entre ellas Caleta Olivia, ciudad situada en otra provincia, Santa Cruz.
Lago Musters. Sarmiento, Chubut. 2018 © Leo Micieli
Sarmiento. Chubut. 2018 © Leo Micieli
Sarmiento. Chubut. 2018 © Leo Micieli
Sarmiento. Chubut. 2018 © Leo MicieliLas calles son tranquilas, dan ganas de caminarlas todo el día. En general toda la Patagonia es tranquila, pero tal vez acá lo es más. O así lo percibí. Incluso el tiempo es agradable teniendo en cuenta la época plenamente otoñal en la que llego. Días de 20 grados, soleados y sin viento, y además en otoño, es casi un milagro. No es que esto vaya a durar mucho, porque el implacable viento no da demasiada tregua, pero dos o tres días así son más que suficientes.
También aquí se encuentra un buen ánimo en la gente, que invita, que sonríe, que saluda, transmitiendo algo que inspira a multiplicarlo para que otros lo experimenten.
El pueblo, aún dentro del marco petrolero, tiene cultivos de cerezas, de frutillas, viñedos, ganadería. Tiende a no ser tan industrial y más cercano a las ancestrales actividades humanas que más que socavar y extraer recursos de la tierra lo producen y lo renuevan. Como siempre sucede, el modo de las personas está influenciado por la actividad que desarrollan en lo cotidiano.
Sarmiento. Chubut. 2018 © Leo Micieli
Sarmiento. Chubut. 2018 © Leo Micieli
Lago Musters. Sarmiento, Chubut. 2018 © Leo Micieli
Sarmiento. Chubut. 2018 © Leo Micieli
Sarmiento. Chubut. 2018 © Leo MicieliEsta subregión dentro de la Patagonia está atravesada por hechos de pesada importancia. Es tan particular que, sin entrar en mayores detalles, entre las décadas del '40 y '50 fue convertida en un territorio administrado por los militares, la llamada Gobernación Militar de Comodoro Rivadavia, con capital en esta ciudad. Algo así como un prototipo de provincia que abarcaba la zona norte de Santa Cruz y sur de Chubut, y que luego fue restituida a éstas. La fuerte impronta marcial de esta región también es algo que trascendió hacia los años posteriores.
El petróleo jugaba y juega un papel decisivo aquí en la Cuenca del Golfo de San Jorge. Como todo lo relacionado al oro negro, los vaivenes de la economía petrolera suben y bajan como las cigüeñas extractoras, siempre dependiendo de decisiones tomadas en un puñado de salas en algún lugar del mundo que no es aquí, y que hacen que por un lado desborde el dinero mientras por otro se genere un miedo a perderlo, o a perder eso que representa.
Aunque hipotético, no está de más hacer el ejercicio de imaginar esta zona dentro de un siglo, medio siglo, o aún menos, y hacerlo a todo nivel: ambiental, de recursos, de trabajo, de educación, de calidad de vida, de salud. Concretamente, ver qué sucede ahora con lo hecho en los más de cien años que pasaron desde aquel 13 de diciembre de 1907. Imaginar también qué hubiera ocurrido a partir de esa fecha si en lugar de petróleo hubiera brotado de la tierra la insípida agua. Y una última pregunta, ya no tan hipotética, es si este obsoleto y oscuro combustible no está pareciéndose mucho a aquel obsoleto y oscuro carbón que era traído desde Gran Bretaña.
Lago Musters. Sarmiento, Chubut. 2018 © Leo Micieli
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